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¿Dónde están las cenizas?
¿Qúe cenizas?... Si aún llaméa ese fuego, fuego que me empuja hacia un espejo y me confronta con la tristeza. Los buenos designios inundan a la mala fortuna, recordándome más tarde que te amé, me amaste, y no es que te haya amado...
La muerte del sentimiento no quiso salir a buscarlo, lo dejó libre llenando de valentía al miedo.
Transformando la nostalgia en recuerdos, y mis ganas acentuándolas sin olvido.
Y entre siempre y jamás, dejé tus ojos negros... esos que no morirán para siempre. El camino mejor logrado a los designios, la paz pura y enigmática de tus labios frondosos y gastados. Para nosotros no existe un imposible; sólo la distancia del borde del final llamando a mi amor insobornable, a mi cariño mítico por tu morena piel y tus grandes deseos del insomne entre siempre y jamás...
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