miércoles, 23 de marzo de 2011

Confusiesto.

Confusa...
sin tientas.
Sin tintes, ni mimbres corrientas.
Confusa de vida,
confusa y experta.
A sabiendas, de que todo nos pasará cuenta.
Que ésto está en venta,
que será una leyenda.
Que aunque escriban versos dulces,
la amargura se hace vuestra.

Deja que te piense, que le sea ameno...
Dale un aliento, que te eche de menos.
Déjale un respiro,
que también sae un experto.
Que sea un hombre nuevo;
de unidades invencibles,
que sólo con un beso le seas legible.
Vivible, posible,
tangible, latible.
Que esté desde dentro
más contento y  atento.
Demonio perfecto, 
un ángel ameno.
Rectos y amantes del claro sereno.


Menos dolor,  la brisa con soltura;
más dulzura sin suturas.
Con cara de poca amargura,
tan duras y crudas.
Dura lo que dura el dulce.
Dulce, pero aventura...
dulce como un caramelo.
Creo vivir sólo en alturas,
sin rameras en mi apocento,
locas duras con lamento
van negadas a mi cuento.
Puras injurias, faltas de contexto;
atento intento descubrirle el consuelo,
la vida se hace  tan pura
sin aquellos excrementos.



Me he casado en vida,
tras tanto haber muerto;
he recuperado alientos,
de un hombre poco quieto.
Estoy más cerca de estar viva,
que de un celo tan siniestro.
Valiente y cobarde, según cada centro.
Con todos notables,
conmigo lo pienso.
Siento tan intenso
el humo y los vientos;
como si lo confusa ya fuera muriendo.
De noche me leó
uno que otro cuento,
me rió y recuerdo
lo bien que estamos en ésto.